6.4.08

150 - Dos niños en Milán






Estaban ajenos al mundo. Ensimismados en sus negocios. Ya habían comprado y vendido todos los automóviles de gama alta. No les importaban los lujosos y caros escaparates a su espalda.

Sus madres, apaciblemente, charlaban acerca de las últimas noticias recibidas de Sudamérica. No eran las dos del mismo país, pero estaban unidas ahora por un lazo solidario más fuerte que el amor.

Llegaban los ecos de ese senador, senador de Berlusconi, que en la plaza del Duomo vociferaba promesas con fecha fija de incumplimiento.

Las dos madres seguían con su conversación en tanto que dos cochecitos, con sendos niños, se miraban enfrentados. Ambos niños trataban de balbucear cuatro palabras en italiano.

Bolsos de 700, zapatos de 600, cinturones de 90… llamaban desde los escaparates, pero ellas conversaban con una cadencia melosa en tanto que el sol acariciaba sus rostros curtidos en aires de otras latitudes. Sus cuerpos reflejados en esos escaparates no estaban hechos para esas mercancías… o eso era lo que ellas creían.

Cientos de Canon y Nikon llevaban colgadas a otros tantos japoneses y japonesas por los tejados del Duomo. En Vittorio Enmanuelle, había filas de disparos de flash en el aire, que jugaban a ser pequeñas tormentas de rayos surcados por dos docenas de helicópteros con mando a distancia que, recién llegados de China, eran manejados por gentes de tez cenicienta.
Miles de Canon y Nikon llevaban colgadas a otros tantos japoneses y japonesas por toda la ciudad.

Dos niños ajenos a todo manejaban los hilos del futuro, en tanto que una camarera etíope, con finas manos y huesudos dedos, servía una lasaña en el restaurante cercano y aprendía dos palabras de español.
Dos niños ajenos a todo manejaban los hilos del futuro en tanto cientos de cilindros de plástico transparente encerraban rosas que buscaban una mirada de gentes con prisas.
Dos niños ajenos a todo manejaban los hilos del futuro en tanto una veintena de paraguas, en un día soleado, se abrían y cerraban con un sonoro sonido reclamo de ave en celo.

Ronroneaban los tranvías. El cielo tejido de cables enredaba en el mármol rosa del Duomo. Cientos de Harley Davidson descansaban, envueltas en cueros negros y adornos de plata ocupados por gentes de aspecto amenazador y semblante bonachón, con brillos refulgentes que deseaban apagar al sol. Y el Sforzesco les miraba en tanto a sus espaldas una multitud abrazaba la hierba con sus cuerpos cansados.

Dos vírgenes nórdicas manejaban un plano gigante que se elevaba como una vela empujado por un aire inexistente cerca del Palazzo Reale.

Del Teatro alla Scala emanaba un aria que solo se oía con la imaginación. Y aquella señora muy gruesa, con cara sonrosada, mientras cantaba, simulaba ser un alma tísica… pero los dos niños no se extrañaban de la potencia de su voz, ajenos al mundo como estaban.

Torbellinos de humanidad yendo y viniendo en los alrededores de la Stazione Nord. Otro tanto en la Stazione Centrale. Otro tanto en todos los lugares.

Dos niños ajenos al mundo. Conversando de lo realmente importante. De sus cosas.
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:::Post 150 - OVNM 049/080406 – Dos niños en Milán
:::foto: 080405-C5613 - Dos niños en Milán - Canon S3IS
:::música: María Callas - Caro nome
:::enlace: La Mirada Ausente - Brillo en Milán

31 comentarios:

Mandarina azul dijo...

La verdadera vida y el sentir real de una ciudad no está en sus obras de arte, ni en sus edificios, ni en sus calles... está en quienes la habitan. Ahí está su latir verdadero. Y lo realmente importante.

Escuchar a la Callas, aunque es como si rompiese un poco por dentro, abre hacia afuera.

Me gusta Milán bajo tu mirada, Ñoco.

Sosbe.

RMS dijo...

Ahora me pasaré toda la noche hasta que caiga con Maria Callas, La Divina. Una de mis favoritas.

Curiosa y certera la mirada y visión del mundo a través de los ojos de un infante. Llenos de detalles que cuando vamos muriendo se pierden. En esa mirada, el mundo para introspectiva. En este momento la bella Milán. ¿Qué dirán los niños de Milán sobre el bello café Gattopardo. Uhmm... memories.

Un abrazo y me quedo con la Callas.

Anónimo dijo...

Ñoco! Sweetie!!!
Estuvo maravilloso este post!!!
Esa imágen de los niños sentados, ensimismados, como vos contaste, en sus cosas, dan una ternura indescriptible....
Hermosa entrada!!!
xoxoxox♥♥♥

Carlota dijo...

La de cosas que pasan mientras dos niños ajenos a todo "manejan los hilos del futuro". Encantador paseo por Milán de tu mano, aunque hubiera estado bien saber sobre qué conversaban, lo que habríamos aprendido... :). La Callas, fantástico acompañamiento. Un abrazo, inmejorable guía turístico!

©Claudia Isabel dijo...

Un relato encantador dentro de un marco bello en esa ciudad italiana, y la mirada de esos niños...quién pudiera tenerla?
Un abrazo

Tesa Medina dijo...

Impecable el relato. Me ha gustado mucho, también el guiño de la ópera.

No he estado en Milán, pero sí en Roma, en Florencia, en Verona...
Y esos niños serían igual en cualquiera de esos sitios y las cámaras también llevarían colgados a japoneses...

Aunque Callas, la divina, sea única para mí.

Ñoco, como yo digo:¡Me ha encantado! De verdad.

Besos.

Benjuí dijo...

¡Así que por eso has tardado tanto en escribirnos!
Viajar es imprescindible para re-aprender. Y para re-descubrir.
En mayo iré a Florencia y veré con otros ojos la ciudad gracias a ti.
Un beso.

Meiga en Alaska dijo...

Qué buena entrada, Ñoco. Me ha encnatado este paseito por Milán de tu mano y a través de tus ojos.

Precioso :)

Biquiños

Paula - Canarias dijo...

Pero bueno... Esto no es la red de redes: esto es un barrio.
¿Cómo puede ser que lea sus comentarios en Lazy Blog, del Futuro Bloguero, y luego me lo encuentre en el blog de Manuel Imbelecio, Gilichorradas, al que tengo enlazado hace algún tiempo, y, y...? Hondo misterio el paripé.

En Canarias llamamos piñas a las mazorcas, piñas de millo (mazorcas de maíz), millo = milho, lusismo. Ah, y cuando ya están desnuditas de todo grano, lo que queda es el carozo :-)

Me gusta tu blog. Y se agradece tanto la letra grandita...

Aquí dejé mi granito de millo :)

Paula - Canarias dijo...

Por cierto, entré en el blog de Las ruvias no semos tontas (porque me pareció un nombre alto, sonoro y significativo) y vengo mareaíta perdía después de leerme como 150 o más comentarios a su último post, mi madre, qué de comentarios por un meneo de no sé qué, creo que elegí mal día para visitarlas...

La culpa es mía por engancharme en tanto dime y direte, pero no cejaban, eh, ni unas ni otros.

Buenos días ya, Ñoco. Otro nombre alto, sonoro, etc. :)

Mityu dijo...

:) Confieso que he entrado a buscar tu receta de tarta de ascrofutelos... pero me he topado con tu mirada, repetitivamente centrada en lo importante, mientras gira el mundo en torno a los reyes de tus ojos.

No conocía el maizal... dios, no sé de dónde voy a sacar tiempo para leer tantas almas, tantos pensamientos, tantas dádivas.

Un beso

Paco Becerro dijo...

Siempre me encantan tus fotos y el texto que va con ellas. Y qué verdad es que los niños están hablando de lo verdaderamente importante, de sus cosas.

Y la Callas.

Impresionante.

Genial la entrada

Romana Lopez dijo...

parece mentira que en loos estadosunidos se gasten esos dinerales en bolsos y zapatos.sera que lo ganan bien.me gusta la catalana esa que canta.abrazos

circe dijo...

qué bonito...he paseado por sus calles y he visto y fotografiado lo mismo que tú, he visto los tranvías, el Duomo....qué bonito...chao bambino

irene dijo...

Tanto caos, tanta desigualdad, tanta injusticia...
Dos niños ajenos a todo, seguro que son felices, espero que el futuro, que está en sus manos, sea mejor.

No se por qué, cuando he visto la foto, he pensado que estaban cambiando cromos.

Un abrazo.

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Bueno, que lástima que los seres humanos no tengamos esa serenidad de esos dos niños, el mundo sigue su rumbo.

Negocios, globalización, guerras, política, arte, por eso a veces queremos estar es alejados de este mundo real.

Pero creo que al final esa serenidad de esos dos niños, nos hacen pensar que hay algo bueno además de todo el consumismo, capitalismo salvaje, política, guerras, transnacionalización de casi todo.

Así que esperemos que tengamos la serenidad de esos dos niños.
Saludos

Zanahoria dijo...

¡Precioso el paseo por Milán!

Mityu dijo...

Te he enlazado con permisito, para no tener que andar siguiendo el rastro.

Un beso

Sintagma in Blue dijo...

Con el pálpito de la mirada de un niño.

la cocina de frabisa dijo...

He llegado hasta tu casa, entre sorprendida y curiosa.....

Me ha gustado mucho lo que me he encontrado. Volveré con la calma que se merece.

Estoy, además, emocionada porque hayas visitado mi bitácora y le hayas dado un repaso a todas las entradas. En fin, que no tengo palabras (y eso que habitualmente, me sobran, jajjajajaj)
Por supuesto serás bienvenido cuando quieras visitarme.

te mando un besito y prometo volver.

Kiri dijo...

O yo estoy mayor...que puede o juro que había comentado en este post.
Bueno..cosas de brujas. Decía yo que lo mejor es que los niños estaban ajenos a todo. Y como dices eso, hablando de sus cosas...eso lo importante. Bonito paseo por Milán.

Marina dijo...

Hay tantas figuras en tus palabras, tantos monumentos por visitar y aprehender que necesariamente los niños de Milán hubieran vuelto sus caras para sonreirte.

Un beso sonriente .

SILVIA dijo...

Querido Ñoco, cuanta frescura e inocencia reflejada en tu foto.
Es lo bueno de ser niño: lo único importante es hablar de tus cosas.
Quien fuera niño de nuevo. Yo, por si acaso, aún mantengo contacto con la pitufa que un día fuí. Por eso mis locuras inofensivas, mi risa de repente, mi canto porque sí, y mi llanto cuando me revelo.
Magnífico texto, sencillamente: genial.
Mil besitos!!!

Osselin dijo...

Fui un niño infeliz asíq ue no me gustaría volver a la infancia, pero envidio secretamente a los que sí lo fueron.
Y los entiendo.

Angel Corrochano dijo...

Efectivamente merece la pena ... no paras de donde sacas el tiempo????
Felicidades, es cojonudo
Un abrazo Ñoco

AMADO MIO dijo...

Qué pronto nos olvidamos, y lo hacemos radicalmente, de cuándo y cómo fuimos niños.

Menos mal que de viejos lo recordamos.

La niños, la patria perdida.

La estoy recuperando ahora.

Unknown dijo...

Fuimos niños y tal vez no fuimos muy conscientes de lo que ello supuso.
Ojala poder volver a serlo.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Tengo la suerte de hablar de mis cosas...aún.
;)

Esmeralda dijo...

Los niños por suerte están ajenos del mundo de los adultos y si así no fuera , es que algo no funciona.

Prefiero recordar los momentos desde la perspectiva actual, a plantearme siquiera volver a la infancia.

Una maravilla de imagen que ya me gustó en su día.
Ps i As

El tejón dijo...

Bien, ñOCO por recuperar estas entradas.

Contadora de Libros. dijo...

Al final esas son las conversaciones transcendentales, las que cambian el mundo porque les cambian a ellos.
Qué buena fotografía, Ñoco. Me gusta y me inspira muchas cosas, la gran mayoría ya las has relatado tú (y muy bien, por cierto).
Cuando veo una escena semejante, algo se remueve en mi interior y comienzo a imaginar una historia, quiénes son, qué dirán, qué consecuencias tiene lo que dice, dónde están y dónde estarán en el futuro, qué les rodea y cómo se acoplan a ello o cómo lo ignoran, qué capacidad de relativizar tienen, qué sienten, cuáles son sus emociones, cuáles son confidencias y manera de arreglar el mundo, etc, etc, etc. ¿Ves por qué me gustó tanto?
Pues eso, enhorabuena.
Un beso.